sexta-feira, 9 de setembro de 2011

Tres minutos




CAMINEO.INFO
.- Tres minutos, fueron tres minutos los que el millón y medio de jóvenes adoraron, de rodillas, en Cuatro Vientos, en la JMJ con el Papa, al Santísimo Sacramento expuesto en la custodia procesional traída desde Toledo.En tres minutos, Jesús explicó a la muchedumbre el misterio de la Eucaristía.
El Señor llegó un día gozoso y feliz a dar una noticia impresionante: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y todos murieron. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que Yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
En tres minutos se produce la reacción del público. Éste desvaría, ¿cómo puede darnos a comer su carne y a beber su sangre? ¡Dura es esta doctrina! ¿Quién podrá escucharla?
En tres minutos se produce el escándalo. Los judíos murmuraban y lo comprendemos perfectamente: comerse su carne, beberse su sangre. Esto sólo dice algo a aquellos que están dispuestos a pasar por todo lo incomprensible.
Dios que nace en un pesebre, que trabaja como carpintero, que muere crucificado: todo esto es algo sin precedentes en la historia de las religiones. Pero un Dios que se hace cosa, un trozo de pan, unas gotas de vino…esto o somos todos imbéciles y, además una imbecilidad colectiva transmitida sucesivamente durante XXI siglos, o es un prodigio impresionante y, además, nos lo creemos. Yo lo creo firmemente.
En esos tres minutos, un millón y medio de jóvenes, vuestros hijos, vuestros nietos, adoraron al Dios hecho pan de los Ángeles. No hubo que atender a ninguno de ingesta alcohólica; nadie fumó un “porro”.
Es que, a veces, tengo dudas sobre mi fe en la Eucaristía y no comprendo cómo puede ser esto. Tampoco yo lo comprendo: ¡ahí está el prodigio! No se puede creer en Jesús sin creer en la Eucaristía.
Los judíos que escuchaban esta doctrina huyeron escandalizados: es el gran fracaso de Jesús que se perpetúa en los duros de corazón. Jesucristo preguntó a sus apóstoles: ¿también vosotros queréis marcharos? Tus hijos, tus nietos, en esos tres minutos, contestaron: ¿y a quién iremos, Señor? sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
Cuando era la hora, dice San Lucas, se sentó a la mesa y en tres minutos dijo: ¡Ardientemente he deseado comer con vosotros esta Pascua antes de padecer! Ardientemente el Señor ha deseado comer esta Pascua en la que su Cuerpo es entregado por nosotros, y su Sangre derramada por nosotros. Jesús sabe que la vida sólo puede brotar de una muerte, que sólo Él puede sufrir. Esta muerte es la que acepta, a ella se entrega. Eso significan las palabras “por vosotros”. Que Jesús realizara ese “por vosotros”, eso es su amor. Y de aquí brota el misterio de la EUCARISTÍA (Cfr. Romano Guardini, III, p. 76).
Cada día la Santa Misa ocurre en nuestros Altares, pero no pasa, está presente a lo largo del día como raíz, centro, fuente y cumbre de nuestra vida. Es que ahora estoy metido en un gran activismo: pues la actividad más activa es la Eucaristía, la más trepidante, la más absorbente pues absorbe todos los pecados del mundo. Es que estoy desarrollando ahora una tarea muy influyente: la actividad más influyente es la Santa Misa, la más multitudinaria, la más responsable, de la que dependen más cosas y más personas.
Tres minutos bastaron a los peregrinos de Cuatro Vientos para adorar y entregarse a nuestro Jesús. Allí estabas tú, tus hijos, tus sobrinos y tus nietos. ¿No tienes tú tres minutos diarios para acercarte al Sagrario? Conocí a un lechero que se acercaba con sus cántaras, abría la puerta de la Iglesia y le decía: “Señor, aquí está Juan, el lechero”.
Tú le puedes decir: creo firmemente que estás aquí, con tu Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad. Creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. O bien: “Señor aquí tienes a este desgraciado, que no te sabe querer como Juan el lechero”. Y todo en TRES MINUTOS.


Javier Muñoz-Pellín
Fri, 09 Sep 2011 17:03:00



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