Quizás muchas personas aún no conozcan el verdadero origen de esta fiesta que está siendo cada vez más celebrada, sobre todo por nuestros niños en los colegios españoles desde hace unos años. Ni siquiera por los propios docentes que son los encargados de impartirla por estar dentro del contenido de su currículo, como es el caso de una maestra la cual tan solo ponía como excusa ante la pregunta que yo le hice sobre esta fiesta, que al ser ella la maestra de inglés, formaba parte de su programación.
«No pasa nada… es una fiesta de disfraces al fin y al cabo, en la que los niños no se enteran de nada y se lo pasan muy bien». El ambiente es terrible: canciones en inglés de Halloween, dibujos de calabazas, vampiros, castillos… si hasta en los supermercados estamos rodeados de golosinas, dulces y disfraces terroríficos para ese gran día que ya se acerca… De los comercios se puede entender que quieran sacar su provecho, pues dada la sociedad consumista en la que estamos, es normal que intenten vender hasta las camisetas interiores con calabazas naranjas… pero, realmente, ¿somos conscientes de que esta fiesta no tiene absolutamente nada que ver con nuestra cultura española, o incluso la americana?
Veamos un poco de estos orígenes. Aunque hay variedad de leyendas, más o menos nos podemos aproximar a su raíz fundamental.
Se remonta a los años 300 a.C. donde habitaban los Celtas en regiones controladas por los sacerdotes druidas en Irlanda, Inglaterra y parte de Francia. Celebraban el día 31 de Octubre la víspera del año nuevo céltico, el inicio del invierno. Muchos años más tarde, hacia el 1840, debido a una gran hambruna, los irlandeses inmigraron hacia EEUU llevando consigo esta fiesta.
En esta noche, los druidas hacían sacrificios de animales y humanos quemados en honor a su dios Samhain, el dios de los muertos. Mediante este rito se ponían en contacto con sus difuntos.
Éstos sacerdotes pedían a los habitantes de las aldeas que hiciesen hogueras en sus casas para ahuyentar a los fantasmas. Iban luego casa por casa pidiendo ofrendas para sus sacrificios, y si no quedaban satisfechos con lo recibido ellos les hacían el conocido trick o truco a la familia de ese hogar, quemando terreno, llevándose a la doncella, matando al ganado o provocando enfermedades en la familia. Éste es el origen de la famosa frase trick or treak que tan inocentemente dicen tantos niños hoy día. De esta manera, con todo lo recogido ofrecían los sacrificios animales o humanos a los espíritus del mal en la fogata que ellos hacían con este fín, bailando a su vez alrededor de ella. La palabra fogata, en inglés bonfire, tiene su origen precisamente aquí: bone (hueso) y fire (fuego).
Realmente la palabra halloween proviene de la expresión inglesa “all hallows even”, que significaría “Víspera de todos los Santos”.
En la época de los papas Gregorio III y Gregorio IV, la Iglesia quiso cristianizar esta fecha del 31 de Octubre, (como ha sido habitual en la historia con otras tantas celebraciones y fiestas), de este modo se pasó este día que se conmemoraba el 13 de Mayo en recuerdo y honor a todos los cristianos que mantuvieron una vida de testimonio, santidad y fieles al Evangelio de Cristo, por la del 1 de Noviembre.
¿Se ha explicado esto a los niños en las escuelas? ¿Se les invita a reflexionar sobre la importancia del bien que ha supuesto la vida de estas personas, aunque tan solo sea bajo la óptica de unos conocimientos que en la historia se han quedado como parte de la cultura?. Claro está que no, que esta fiesta en la que los cristianos recordamos estos santos que nos sirven y ayudan como guía en nuestra vida, que lo celebramos en misa como miembros de la comunidad cristiana, e incluso tomamos dulces especiales típicos de la fecha, y que aprovechando el día siguiente 2 de Noviembre en que nos acordamos de nuestros queridos difuntos, visitamos sus tumbas, las arreglamos, llevamos flores…¿No forma parte esto de nuestra tradición, no es algo propio de nuestra cultura?, ¿o lo es quizás el disfrazarnos de brujas y demonios?
En Dt 18,9-12, ya nos lo advierte el Señor del peligro de practicar este tipo de magias o hechicerías propias de otras naciones, al igual que vemos en lev. 18, 30. Nosotros los cristianos estamos llamados a otra cosa, a no seguir en pos de otros dioses, en no ir en busca de costumbres de otras religiones que nos aparten de nuestro Dios, estamos llamados a ser testimonio con nuestra vida, y sí, también en esto que a simple vista no parece otra cosa que una fiesta de disfraces, pero que sin embargo participar en ella no es más que ser parte de una fiesta satánica, una actividad de la que el demonio se vale para atraer a las personas hacia el mundo de lo oculto, del espiritismo.
“Examinad qué es lo que agrada al Señor y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas” (Ef. 5,10-11) esto se lo decía San Pablo a los Efesios y hoy nos lo dice a nosotros.
Es difícil a veces no dejarse llevar por la moda o aquello que hacen el resto de personas como lo más normal, pero muchas veces los cristianos estamos llamados a luchar e ir en contra de esa corriente. Es más, no hace tampoco falta ser cristiano para que uno se de cuenta de que tiene que intentar mantener sus costumbres, sus tradiciones y no dejarse invadir por lo exterior, suponiendo ésto un total solapamiento de lo nuestro.
Celebremos nuestras fiestas en conciencia, expresando sin miedo la verdad, pues no hay nada oculto que no pueda salir a la luz, y que esa luz que iluminan las calabazas de esa noche de Halloween, sea para nosotros la Luz del Espíritu Santo, Ése que mantuvo a nuestros queridos Santos fuertes y fieles a la fe aún a pesar de tantas tentaciones y sufrimientos que padecieron.
¡Feliz víspera y día de Todos los Santos!
(In: caminayven)
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