Domingo XXII del Tiempo Ordinario - Ciclo "B"
"Llevad a la práctica los mandatos de Dios"
Autor: Mn. Francesc Jordana Soler
Dt 4, 1-2.6-8
Sal. 14
Stg 1, 17-18.21b.22-27
Mc 7,1-8,14-15.21
Queridos hermanos y hermanas:
Contemplamos hoy una controversia entre Jesús y los fariseos. Jesús tiene muchas controversias con los fariseos y los maestros de la ley por la manera incorrecta que tenían de entender la religión.
Si la iglesia nos presenta hoy este texto es porque nos puede iluminar aspectos de nuestra religiosidad. La crítica que Jesús hace a los fariseos de alguna manera también nos la podemos aplicar a nosotros mismos. El Señor nos pone hoy delante este evangelio para ayudarnos a vivir más perfectamente nuestra relación con El.
Hace falta empezar diciendo que Dios al Pueblo de Israel en el Sinaí le dio 10 mandamientos, que no se han de ver como 10 prohibiciones sino como los consejos de un padre a un hijo para que ande por el camino del bien. En la primera lectura hemos leído como Dios después de dar los 10 mandamientos les dice: “No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada”. Pero con el paso de los años los judíos fueron ampliando estos preceptos con multitud de prácticas y prohibiciones. En tiempo de Jesús había más de 300 preceptos que era preciso cumplir.
Jesús choca con la manera de entender la religiosidad de los fariseos y maestros de la ley, una religiosidad muy centrada en un cumplimiento externo de muchos preceptos y prácticas religiosas.
Estas prácticas no les ponían en contacto con Dios se quedaban en la práctica exterior. De alguna manera habían hecho de la mediación un absoluto (lo importante es hacer la cosa, no como se hace y por qué se hace), se quedan en la mediación, y no la viven como un instrumento para entrar en contacto con Dios. Todo esto les lleva a una vivencia muy rigorista y legalista de la religión. Por esto Jesús dirá: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. El culto que me da está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”
Pienso que todos llevamos un pequeño fariseo dentro nuestro... Todos tenemos una tendencia a reducir la religión a unas prácticas externas (a hacer unas cosas, y no damos demasiada importancia al cómo las hacemos y por qué las hacemos) y entonces la práctica religiosa que hacemos no nos ayuda a entrar en un contacto real y transformante con Dios.
Muchas veces pensamos “tengo que ir a misa...” “tengo que rezar…” “he de rezar el rosario…”. Y no vivimos estos actos como un momento de encuentro con Jesucristo. Y tan importante como hacer las cosas es cómo las hacemos! No lo hacemos para cumplir y quedarnos con la conciencia tranquila, lo hemos de hacer para encontrarnos con el Señor.
(camineo.info)
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