sexta-feira, 11 de setembro de 2009

El milagro de las clarisas de Lerma





Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor en Lerma
(AINHOA MURGA - SOITU.ES)


"¿Tú no te has enamorado nunca de un chico? Pues es lo mismo. Yo me enamoré de Cristo". Así de directa es la respuesta de una monja clarisa cuando se le pregunta cómo acabó tan joven en un monasterio de clausura. Amplia sonrisa y mirada clara la de esta mujer de 23 años que ha elegido la contemplación como forma de vida. En Lerma, al sur de Burgos, hay tres conventos de clausura de tres órdenes distintas: monjas clarisas, carmelitas y dominicas. Pero son las clarisas las que conocen la receta del éxito vocacional y quienes reciben más postulantes, llegadas de cualquier punto del país o del extranjero. Y las que llegan pueden ser creyentes o no, vinculadas a grupos religiosos como el de 'los kikos', o que simplemente responden a la llamada de su fe.

Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor vive una de las comunidades religiosas más numerosas y jóvenes de Europa. 131 mujeres, con una media de 35 años de edad, forman la orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara y son desde hace años un fenómeno para la comunidad católica debido al creciente número de vocaciones. ¿Qué tendrá el monasterio de las clarisas que tantas mujeres lo eligen para ordenarse?

'Ven y Verás'

Las hermanas clarisas viven de las donaciones y del dinero que obtienen de la venta de sus productos: dulces caseros, CDs que reúnen sus canciones y el libro 'Ven y verás', que ellas mismas escribieron para contar al resto del mundo su vida y su camino. En este libro se encuentran los relatos de 93 de las hermanas, conformando un detallado recorrido del reencuentro con la fe en muchos casos, y en otros, un episodio más de su peregrinar en la vida religiosa. "Me apasionaba Cristo y su Iglesia, me apasionaba la Escritura y la Liturgia, soñaba con la vida en comunidad que había empezado a disfrutar en el Camino Neocatecumenal, y quizá por eso a los más cercanos no les sorprendió que a los 18 años tomara una decisión tan radical por Cristo y me fuera al noviciado". Así describe la hermana Estela María la pasión que le llevó a empezar una vida consagrada a su fe y que guió sus pasos hasta el monasterio de Lerma, donde ingresó en diciembre de 2003.
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El Camino Neocatecumenal es una institución católica iniciada por Francisco José Gómez Argüello, conocido como Kiko Argüello, y por quien sus miembros son llamados comúnmente como 'los kikos'. Argüello y Carmen Hernández fundaron el Camino en los años 60 en Madrid. Junto al sacerdote Mario Pezzi, forman el grupo internacional de responsables del que dependen los 'catequistas itinerantes', responsables a su vez de 'los kikos' en cada país donde tiene presencia —en 6.000 parroquias de 106 países y 3.000 sacerdotes—. Se define en su Estatuto, aprobado por la Santa Sede, como un "itinerario de formación cristiana posterior al bautismo o para recibir este sacramento". Álvaro de Juana, responsable de comunicación del Camino Neocatecumenal, explica que es una "iniciación cristiana de adultos, un camino de maduración a la fe y de redescubrimiento del Bautismo". El objetivo final del itinerario, el final del catecumenado, es vivir en familias "como la de Nazaret", abiertas a la vida, a la oración, a la vida fraterna y al envío misionero. En palabras de Kiko Argüello, el Camino "es un instrumento que se pone al servicio de los obispos en las parroquias, con el fin de reconducir a la fe a quienes la han abandonado o nunca la han tenido".

Álvaro de Juana comenta que "en el Camino surgen muchas vocaciones a la vida sacerdotal, a la consagrada o a la itinerancia (evangelización total en cualquier lugar del mundo)". Preguntado sobre la vinculación religiosa de algunas hermanas con el Camino y por qué 'los kikos' eligen Lerma como destino para su vida consagrada, responde que "muchas de estas mujeres son jóvenes que después de un tiempo de discernimiento de su vocación han decidido apostar por el Señor e ingresar en un convento de clausura. Es cierto que un buen número de ellas han ingresado en el convento de las Clarisas de Lerma". Pero, por otro lado, "otras se encuentran en la actualidad en otros conventos repartidos por nuestro país, e incluso fuera", añade. Que decidan ingresar en Lerma "puede deberse en gran medida a que la mayoría de hermanas de clausura de este convento son jóvenes y que, como ellas, pertenecen a las comunidades neocatecumenales o a otras realidades eclesiales de la Iglesia", pero aclara que aunque la vocación haya surgido en estos círculos "no significa que no vayan a otros conventos".

Este camino de la clausura es el que ellas eligieron para entregarse a su vocación, pero son conscientes de que no es la solución para toda mujer que se encuentre perdida. Si alguien siente esa 'llamada interior' puede realizar una 'experiencia': 10 días de oración acogida en el seno del monasterio para discernir cuál es el camino que Dios ha elegido para esa persona. Después de ese periodo podrá tomar la decisión de presentarse como postulante o no. "Postular es llamar a la puerta y ponerse en camino. El noviciado es abrazar la vida nueva con adhesión apasionada", como puede leerse en la presentación del libro 'Ven y Veras'. Son jóvenes y dinámicas, razón que debe influir cuando se elige dónde responder a la 'llamada espiritual'.

Aunque su vida contemplativa consista en realizar la liturgia y cocinar los dulces que venden para subsistir, dicen que no viven ajenas al mundo exterior, que no se encierran para alejarse porque lo de fuera sea malo, sino porque su corazón les pide estar con Dios. Tampoco rompen definitivamente con su familia, que pueden visitarlas en los locutorios.
Lo llaman 'El milagro de Lerma' y casi todos los meses entran nuevas postulantes, muchas con estudios y una carrera profesional incipiente, otras que apenas acaban de cumplir los 18, pero todas coincidentes en que no fueron felices hasta su reencuentro con Dios.

(caminayven)

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