La família en la misión de la Iglesia
(conclusão)
Nos alegra el que el Instituto Pontificio Juan Pablo II se comprometa tanto en la investigación sobre la familia y que pueda, en este modo específico, ayudar a los padres a transmitir la fe a los propios hijos. Es una misión importante que debe ser apoyada y animada.
Como hemos dicho, hoy es de vital importancia para la familia cristiana una celebración familiar, una liturgia domestica, donde puedan encontrarse, al menos una vez a la semana, las dos generaciones - hijos y padres - y donde pueden rezar y dialogar poniendo la palabra y al Señor Jesús resucitado en el centro.
Nuestra sociedad está desestructurando la familia: en los tiempos (ritmos de trabajo y horarios escolares), en los componentes (parejas de hecho, divorcio,etc...) en las maneras de vivir, pero sobre todo a través de una cultura que se esta volviendo contraria a los valores del Evangelio.
Nosotros estamos convencidos de que la verdadera batalla que la Iglesia está llamada a afrontar en el tercer milenio, el verdadero desafío que debe asumir, y donde se juega el futuro, es la familia.
El Papa Juan Pablo II, en la homilía d Porto San Giorgo, el 30 de diciembre de 1988 que recordaba antes, nos confió el siguiente encargo. Con mucha fuerza nos dijo: "Debéis, con todos vuestras oraciones, con vuestro testimonio, con vuestra fuerza, ayudar a la familia, tenéis que protegerla contra la destrucción. No hay otra dimensión en la que el hombre pueda expresarme como persona, cómo vida, como amor, se tiene también que decir que no existe otro lugar, otro entorno en el que el hombre pueda ser más destruido. Hoy se hacen muchas y cosas para normalizar estas destrucciones, para legalizar estas destrucciones; destrucciones profundas, heridas profundas de la humanidad. Se hace mucho para arreglar, para legalizar. En este sentido se dice proteger. Pero no se puede proteger realmente a la familia sin entrar en las raíces, en las realidades profundas, en su íntima naturaleza; y su naturaleza íntima es la comunión de las personas a imagen y semejanza de la comunión divina. Familia en misión, Trinidad en misión" .
Por tanto, nos sentimos contentos de poder colaborar con este Instituto, tan querido por el siervo de Dios Juan Pablo II, aportando la experiencia de tantas familias de toda condición social y cultura. Debemos estar al lado de las familias, siempre, sostener la oración en familia (la celebración familiar de la que hablábamos antes) y ayudar a los padres a trasmitir la fe a los hijos.
Si bien muchas familias no tienen el apoyo de una formación cristiana comunitaria como es el Camino Neocatecumenal, estamos convencidos de que este trabajo común será para muchas familias una pequeña semilla que se esparce y que con la gracia del Espíritu Santo un día podrá ser un gran árbol, un árbol bello, lleno de frutos: tantos adultos que no olvidarán nunca aquella celebración doméstica de la propia familia, donde han visto a los padres amar y rezar a Dios con verdadera convicción.
(camineo.info)
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