domingo, 1 de janeiro de 2012

Santa Maria Madre de Dios






Hoy es un día muy rico, hay muchas coincidencias, muchas cosas bonitas son las que celebramos hoy: celebramos el último día de la octava de Navidad, celebramos también la maternidad divina de María (María, Madre de Dios), la Jornada Mundial de la Paz, y el inicio del año civil. Y estas celebraciones las hacemos en un contexto de crisis, de cambio de modelo, de no saber muy bien hacia donde vamos socialmente...

Yo quisiera relacionar un poco todos estos aspectos que hoy celebramos y vivimos, y comunicar dos luces, dos ideas.

Quisiera comenzar relacionando el nacimiento de Jesús y María. El evangelio nos presenta María como una persona reflexiva (“María conservaba estos recuerdos en su corazón y los meditaba”) por tanto podemos pensar que María, como persona reflexiva, se hacía preguntas: ¿Por qué el Hijo de Dios ha querido nacer de una joven sencilla y humilde como yo? ¿Por qué el Hijo de Dios ha querido nacer en un establo, donde los pobres guardan el ganado? ¿Por qué ha querido tener como a primera visita la de unos pastores? (Imaginemos como eran los pastores de aquellos tiempos)

¿Por qué … por qué todo esto? María está delante del misterio de la pobreza de Dios. Dice el Papa en la homilía del 1 de enero del año 2009, hablando de María: “Comprendió que Dios se había hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza llena de amor, para exhortarnos a frenar la avaricia insaciable que suscita luchas y divisiones, para invitarnos a frenar el afán de poseer, estando así disponibles a compartir y a acogernos recíprocamente.”

La pobreza del nacimiento de Jesús no es una cosa anecdótica, o casual, o circunstancial. El Nacimiento de Jesús en un establo es providencial, forma parte del plan de Dios. Dios se está revelando con este nacimiento. Dios nos está hablando con este nacimiento pobre...

Dice el Papa: “La pobreza del nacimiento de Cristo en Belén,…, es escuela de vida para cada hombre”. ¡¡¡Escuela de vida!!! para frenar el afán de poseer, y entonces estar dispuestos a compartir y acoger.


Cuando hablo de contemplar el pesebre, de mirarlo, de rezar ante él es para que se convierta en escuela de vida. Es para que su pobreza le diga algo a nuestra vida, a nuestro estilo de vida, a nuestros viajes, a nuestras casas, a nuestros gastos, a nuestros coches...

¿Nos habla o no nos habla la pobreza del establo?

La segunda relación que quisiera establecer es entre nacimiento de Jesús y la crisis actual. Vivimos tiempos complejos, no es sólo una crisis lo que vivimos, hay un cambio de modelo de funcionamiento, y no sabemos demasiado bien donde iremos a parar... Pienso que el nacimiento de Jesús nos dice dos cosas:

1. Importancia de los valores: Veo una Europa muy centrada en establecer medidas concretas para salir de la crisis y muy poco en determinar los valores que queremos preservar. Y es a partir de los valores que queremos vivir que hemos de organizarnos. Corremos el riesgo de acabar pareciéndonos a los países asiáticos, que crecen cada año, pero donde los derechos laborales y humanos están bajo mínimos.... De Belén nacen, o reciben más fuerza, valores como la solidaridad, la justicia, el bien común, el valor inalienable de la persona, la opción preferencial por los pobres, etc...

2. El nacimiento de Jesús también nos dice otra cosa: lo que debe cambiar es el corazón del hombre. Es verdad que hemos de procurar cambiar las estructuras injustas, pero si el corazón del hombre no cambia no saldremos adelante.

Los indignados tienen muy buenas intenciones, pero sólo proponen cambios de estructuras, así no vamos a ningún lugar.

En cambio, el nacimiento de Jesús apunta en otra dirección: un nuevo corazón, una nueva humanidad. Lo expresa muy bellamente el Papa, en la misma homilía: “Por esto, el nacimiento de Jesús, que culminó en el misterio pascual, es el inicio de un mundo nuevo, porque inauguró realmente una nueva humanidad, capaz de llevar a cabo una "revolución" pacífica, siempre y sólo con la gracia de Cristo. Esta revolución no es ideológica, sino espiritual; no es utópica, sino real; y por eso requiere infinita paciencia, tiempos quizás muy largos, evitando todo atajo y recorriendo el camino más difícil: el de la maduración de la responsabilidad en las conciencias.”

¡Cuánta verdad!, ¡cuanta belleza hay en lo que plantea el cristianismo! Lo que le falta a este planteamiento es que ¡lo vivamos!

Nietzsche decía de nosotros: “Tendrían que cantarme cánticos mejores para que creyera en su Salvador. Tendría que verlos más salvados”. Nietzsche pone el dedo en la llaga, allí donde nos hace daño. Nos viene a decir: “Predicáis la salvación, ¡pero no os veo salvados!”

Más poéticamente el poeta cristiano Paul Mauriac, pero también bastante incisivo, dice: "Hemos robado al Señor, y el resto del mundo no sabe dónde lo hemos puesto."

Empezamos un nuevo año, momentos de propósitos, que en nosotros haya algún propósito para que la gracia de Cristo pueda entrar en nosotros más intensamente y transforme nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Amén. 
(In: camineo.info)





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