Daniel y Clara son un matrimonio católico
perteneciente al Camino Neocatecumenal. Tienen cuatro hijos y residen en
Badajoz. Lo que les hace especiales es que dejan todo y se marchan de misiones
a Suecia. Daniel ha dejado su trabajo como ejecutivo por otro en una empresa de
limpieza en la que ganará 500 euros.
-¿Cómo surge en vosotros la vocación
misionera?
Daniel: Siempre hemos tenido una
inquietud, pero fue en octubre del año pasado cuando fuimos a una convivencia.
En esa convivencia se pide que si alguien está llamado a esta vocación, que se
ponga a disposición de la Iglesia.
Más adelante participamos en una convivencia de
familias en Italia en la que tomaban parte todas las familias del Camino
Neocatecumenal del mundo que han mostrado su disponibilidad para marchar a
misiones. Allí estábamos 400 familias junto a varios obispos y arzobispos. En
ese encuentro se ponen en un cesto los destinos, los lugares del mundo donde
los obispos han pedido al Papa que vayan matrimonios a evangelizar, y se sortea
el destino de cada matrimonio. A nosotros nos tocó Suecia, un matrimonio de
Coria-Cáceres irá a Suiza y otro de Plasencia, a China.
Una vez que sale el destino nosotros tenemos que
aceptar y de esa manera se van formando las distintas misiones.
Clara: En todo este proceso hay un
trabajo de discernimiento por nuestra parte, pero también por parte de la
Iglesia. De hecho hay mucha gente que muestra su disponibilidad y no es
invitada a la misión o que en un principio deciden marchar pero tras un periodo
de discernimiento no van. En un principio había 700 o 800 familias dispuestas,
de las que quedamos la mitad.
-Hubo una celebración de envío de todos a la misión
por parte del Papa y otro en vuestra iglesia particular, ¿no es así?
Daniel: Sí, el 6 de marzo nos
reunimos todos en el Aula Pablo VI y el papa Francisco hizo el envío a las 400
familias. Luego, el 10 de julio, se realizó una ceremonia de envío en nuestra
diócesis, concretamente en la parroquia de Jesús Obrero, en Badajoz, donde nos
reunimos, que estuvo presidida por el Arzobispo, don Celso.
Clara: Esta ceremonia significa que
no vamos por nuestra cuenta y riesgo, sino que nos envía la Iglesia y vamos en
su nombre.
De ejecutivo, a ganar 500 euros limpiando
-Para marcharos tenéis que dejar aquí muchas cosas,
entre ellas un cargo de alto nivel bien remunerado
Daniel: Yo estaba trabajando como
gerente de la compañía médica ASISA en Badajoz y provincia. En marzo le
comuniqué a la empresa que tenía esta decisión tomada, que nos íbamos a
Estocolmo en misión y que fueran buscando a alguien si lo estimaban
conveniente. Ellos agradecieron el gesto de haber avisado con tiempo.
-¿Ya tienes trabajo en Suecia?
Daniel: Sí, en una pequeña empresa de
limpieza, que es lo que me ha permitido también conseguir los papeles suecos.
Ganaré 500 euros, que no nos dará ni para pagar el piso, pero Dios proveerá.
Precisamente ahora estamos buscando la casa.
-Ese fue el primer testimonio que disteis, el
testimonio en la empresa. ¿Qué te dijeron los jefes y los compañeros?
Daniel: Nos han sorprendido los
mensajes de persona de Madrid, de gerentes de otros lugares de España. La
verdad es que ha producido impacto. Sea todo para gloria de Dios, no para
gloria nuestra.
A mí me sorprendió mucho la reacción de los jefes, no
me la esperaba.
-¿Qué te dijeron los jefes?
Daniel: Yo me esperaba que me iban a
decir de todo, que estaba loco… Vete tú a saber. Sin embargo, me dijeron que
nos admiraban, que rezarían por nosotros… Eso me sorprendió, incluso me reafirmó
en que lo que estábamos haciendo no era ninguna tontería.
-Vuestros amigos, vuestras familias, ¿cómo
reaccionaron?
Clara: Mayoritariamente, nos apoyan.
Lo que más me ha sorprendido es que los que más nos entienden son la gente que
no practica o que ni siquiera cree. Esos son los que más nos entienden, incluso
les ayuda. Compañeros de mi marido vienen de fuera a propósito para hablar con
nosotros, se piden el día libre y se hacen el viaje, incluso gente en el
supermercado que se ha enterado… Mira, yo compro mucho por Internet y alguna
vez he comentado que me tenía que marchar y, fíjate que la gente no pregunta,
pero sí se han interesado y han dado pie a hablarles. Ha habido vendedores que
se nos han puesto a llorar por teléfono cuando les hemos explicado, por
ejemplo, que no nos interesaba la oferta en telefonía que nos estaba haciendo
porque nos marchábamos, se me han puesto a llorar y me han contado su vida, que
están fatal… La gente está muy necesitada de Dios. Incluso gente muy crítica
con la fe y con nosotros mismos, a los que invitamos a la celebración del envío
en Badajoz, allí estaban, con lágrimas en los ojos pidiéndonos que rezáramos
por ellos. Ya nos dijo el Papa que Dios nos pondría a esta gente en nuestro
camino.
Los bienes, a los pobres
-Os vais a final de mes. Ahora estáis de mudanza,
habéis vendido el coche y regalado casi todo lo que teníais como un gesto más
de entrega, disponibilidad y libertad.
Clara: Decidimos darlo todo a la
gente necesitada y vender el coche porque no nos lo podemos llevar. Allí
necesitaremos un coche, pero Dios proveerá.
Me ha costado mucho dar mis cosas, pero también ha
sido una liberación que nos ha llenado de paz. Te das cuenta de todas las cosas
a las que estamos atados. Yo estoy muy feliz, muy contenta y, a veces, tengo
cierto miedo.
-Mucha gente se preguntará por los niños. ¿Cómo os
planteáis esto?
Clara: Me ha sorprendido su
reacción. Son niños muy maduros. En el colegio son muy solidarios y mi
enfermedad (tengo fibromialgia) los ha ayudado mucho a madurar, a valorar las
cosas y a ayudarse entre ellos.
Me decían si tú estás enferma y necesitas ayuda, por
lo menos tienes a Dios, pero esa gente que no tiene familia ni nadie que le
ayude y está enferma o que no conoce a Dios y se muere y no sabe que existe el
cielo… Los que más nos ayudan realmente son nuestros hijos.
Daniel: Muchas veces intentamos, como
padres, evitar el sufrimiento a nuestros hijos, pero te das cuenta de que no
pasa nada porque se den cuenta de que puede haber sufrimiento, que puede haber
una enfermedad. Eso los hace fuertes. Lo importante es que vean que Dios está
ahí, que te ayuda y que todo se puede superar. Ellos están contentos, van con
ilusión, saben que van a un sitio donde tendrán que aprender el idioma,
pero como te digo están contentos.
-¿No tenéis problemas para escolarizarlos?
Daniel: No, en cuanto lleguemos, como
tenemos ya el número sueco, se escolarizan inmediatamente.
Suecia: pocos católicos y muchos ateos
Aunque Suecia fue hasta el año 2000 un estado
confesional luterano, lo cierto es que es uno de los países más ateos del
mundo. La comunidad católica es muy reducida, con poco más de 40 parroquias
y alrededor de 140.000 fieles de un total de 9 millones y medio de habitantes
que tiene el país, aunque está creciendo muy notablemente en los últimos años.
El desarrollo económico es muy elevado, pero la
sociedad está muy desestructurada y se da un alto índice de suicidios. Ese
es el paisaje que se encontrarán Daniel y Clara. Preguntados cómo va a ser su
vida allí, Daniel afirma que «el Obispo de Estocolmo quiere que vayamos a vivir
a Tyreso, que es un pueblo a 14 kilómetros de la capital. El Obispo lo que
quiere es que se formen pequeñas comunidades o pequeños núcleos que se acerquen
a la gente a Jesucristo. Viviremos 4 familias misioneras (las otras son
una familia de Málaga, otra catalana y otra que viene de Italia) junto a
nosotros va también un sacerdote. Vamos allí, aprendemos a
empezar de cero, tendremos que aprender el idioma lo antes posible».
Preguntados por lo que harán en qué consiste su
misión, Daniel asegura que, «como no hay iglesias, celebraremos la
Eucaristía en nuestras casas. Es un trabajo inicialmente de presencia, la
gente ve que en nuestras casas pasan cosas. La experiencia de otras familias
misioneras es que mucha gente se acerca y se inician en la fe, se bautizan y
esos son los milagros que ves, por los que te das cuenta de que lo que
hacemos sirve para algo».
Clara afirma que «muchas veces la gente comparte con
nosotros vivencias aunque no se convierta, pero sienten un apoyo moral en
momentos de soledad o situaciones trascendentes de su vida en los que nosotros
los acompañamos. Nosotros somos un instrumento de barro que llevamos la
gracia de Dios, pero Él es el que decide, el que elige cuándo tiene uno que
convertirse. A lo mejor en ese momento ese hermano no vive la fe pero el
día de mañana sí, yo ya no lo sé. Dios sabe cómo encontrarse con cada uno. Todo
esto -concluye- tiene sentido desde la fe, si lo miras desde la razón y de que
todo se acaba cuando te mueres, entonces no. Estamos muy felices».
Juan
José Montes entrevista al matrimonio para la web de la archidiócesis de Mérida
y Badajoz
(camineo.info)
MCS DIOCESIS DE
BADAJOZ
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