TEXTO
CATEQUESIS DEL PAPA
Queridos
hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy hemos hablado
sobre la presencia orante de la Virgen María, iniciando así una
serie de catequesis sobre la oración en el libro de los Hechos de
los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo. Mientras que en la
anunciación se nos narra la presencia de María al comienzo de la
vida terrena de Jesús, en el libro de los Hechos la vemos reunida
con los apóstoles, a la espera de la venida del Espíritu Santo,
acompañando con su oración silenciosa los primeros pasos de la
Iglesia. La existencia de María, desde Nazaret a Jerusalén, pasando
por la cruz, donde el Hijo la entrega al apóstol Juan, está
caracterizada por la capacidad de mantener un clima perseverante de
recogimiento, meditando cada acontecimiento en el silencio de su
corazón. La presencia de María con los apóstoles, en la espera de
Pentecostés, adquiere un gran significado, ya que comparte con ellos
lo más precioso: la memoria viva de Jesús en la oración. Ella se
encuentra en oración con y en la Iglesia. Venerar a la Madre de
Jesús en la Iglesia significa aprender de ella a ser comunidad que
reza. Ella nos enseña la necesidad de la oración y de que
mantengamos con su Hijo una relación constante, íntima y llena de
amor, para poder anunciar con valentía a todos los hombres que él
es el salvador del mundo.
El
Concilio Vaticano II ha querido poner de relieve, en particular, este
vínculo que se manifiesta visiblemente en la oración en común de
María junto a los Apóstoles, en el mismo lugar, a la espera del
Espíritu Santo. La Constitución dogmática Lumen gentium sobre la
Iglesia afirma: "Como quiera que plugo a Dios no manifestar
abiertamente el misterio de la salvación humana antes de derramar el
Espíritu prometido por Cristo, vemos a los apóstoles antes del día
de Pentecostés "todos ellos, íntimamente unidos, que se
dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María,
la madre de Jesús, y de sus hermanos. (Hch 1,14), y también vemos a
María implorar con sus oraciones el don del Espíritu Santo que en
la Anunciación la había tomado bajo su sombra" (n. 59). El
lugar privilegiado de María es la Iglesia, donde es "reconocida
como miembro muy eminente y del todo singular...figura y
destacadísimo modelo de fe y de caridad" (ib., n. 53). Así, lo
indica el Concilio Vaticano II.
Venerar a la Madre de
Jesús en la Iglesia, significa, pues, aprender de ella a ser
comunidad que reza: es ésta una de las características esenciales
de la primera descripción de la comunidad cristiana expuesta en los
Hechos de los Apóstoles (cf. 2:42). La oración a menudo viene
dictada por situaciones difíciles, problemas personales que conducen
a dirigirse al Señor para recibir luz, consuelo y ayuda. María nos
invita a abrir las dimensiones de la oración, a dirigirnos a Dios no
sólo en la necesidad y no sólo para nosotros mismos, sino de manera
unánime, perseverante, fiel, con un "solo corazón y una sola
alma" (cf. Hch 4,32 ).
Queridos amigos, la vida
humana atraviesa diversas etapas de transición, a menudo, difíciles
y exigentes, que requieren decisiones inderogables, renuncias y
sacrificios. La Madre de Jesús ha sido puesta por el Señor en
momentos decisivos de la historia de la salvación y siempre ha sido
capaz de responder con plena disponibilidad, fruto de una profunda
relación con Dios, madurada en la oración asidua e intensa. Entre
el viernes de la Pasión y el domingo de la Resurrección, a ella se
le confió el discípulo amado, y con él a toda la comunidad de los
discípulos (cf. Jn 19:26). Entre la Ascensión y Pentecostés, ella
está con y en la Iglesia en la oración (cf. Hch 1,14). Madre de
Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad hasta el
final de la historia. Encomendamos a ella todas las fases de nuestra
existencia personal y eclesial, así como nuestro tránsito final.
María nos enseña la necesidad de la oración y nos muestra que sólo
con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su Hijo podemos
salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con valentía,
para alcanzar los confines del mundo y anunciar en todas partes al
Señor Jesús, Salvador del mundo.
(Traducción
del italiano: Eduardo Rubió y Cecilia de Malak)
Thu,
15 Mar 2012 08:01:00
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