segunda-feira, 26 de maio de 2008

DIREITOS HUMANOS, RECONHECIDOS, NÃO OUTORGADOS

EDITORIAL

(CAMINAYVEN.COM) - Una democracia madura sabe abordar los temas de interés social cuando surgen los problemas. El estado de derecho no va por ahí, buscando los temas de actualidad que gustan a la opinión pública. La ley está hecha para responder a problemas verdaderos, no los creados para llamar la atención de los ciudadanos y echarse amigos al bolsillo.

Es muy peligroso gobernar un país a golpe de popularidad, porque las medidas tomadas suelen ser peligrosas. Legislar sobre el aborto y la libertad religiosa resulta algo sospechoso. ¿porqué el ejecutivo quiere poner estos temas sobre la mesa? ¿De verdad le importa el bien común? ¿Busca el gobierno español ejercer de verdad su responsabilidad? Las respuestas a estos interrogantes pueden ayudar al lector a comprender con claridad la esencia del problema.

Dos derechos fundamentales del ser humano quieren se puestos en el juego riesgoso de la popularidad ciudadana. Por un lado el derecho a la vida del niño no nacido. Por otra parte el derecho a la libertad religiosa. Tengamos claro que estos derechos no son especial concesión del estado, como quien graciosamente pretender otorgar “nuevos” derechos a los ciudadanos españoles, sino que son sencillamente derechos humanos, que por el sólo hecho de ser hombre son reconocidos por la comunidad política. Lo que se pretende hacer es replantear la interpretación del ejercicio de dichos derechos bajo la luz un poco manipulada de lo que llamamos el "populismo".

Estos derechos, queridos lectores no son negociables. Resulta inaceptable que a estas alturas del desarrollo de nuestro país estemos debatiendo sobre asuntos tan obvios: todo aborto (el despenalizado en años anteriores y el que se quiere imponer ahora) es un asesinato y permítase decirlo, el más cobarde de todos, porque agrede a un ser humano incapaz de defenderse. Y por otro lado, replantearse en términos de confrontación la libertad religiosa es un atentado descarado contra el derecho constitucional del desarrollo libre de la propia personalidad. Por tanto, no seamos ingenuos, lo que se cuece en toda esta baraúnda no son cosas insignificantes, sino que, so pretexto de popularidad, metemos la mano en el santuario inviolable de la dignidad humana."

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