... y todos hemos bebido de un sólo Espíritu
Padre Francesc Jordana Soler
31-05-2009
Hch 2,1-11: “Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar”
Sal 103: “Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra”
1 Co 12,3b-7.12-13: “Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo”
Jn 20,19-23: “Como el Padre me ha enviado, así también les envío yo. Reciban el Espíritu Santo”
Los acontecimientos previos a Pentecostés nos iluminan fuertemente el sentido de esta celebración: los discípulos han estado tres años de convivencia con Jesús y no lo han acabado de entender (lo vemos en numerosas escenas del evangelio), y no tenían amor bastante para poner en peligro su vida por él (lo vemos en Getsamani).
Esto queda muy bien reflejado en un diálogo entre Jesús y los discípulos en su discurso de despedida: “Entonces los discípulos le dijeron : Cierto, ahora has hablado claramente y no en un lenguaje figurado. Ahora estamos seguros de que lo sabes todo y que no es necesario que nadie te pregunte: por eso creemos que has venido de Dios. Jesús les contestó: ¿Ahora creéis? Pues mirad se acerca la hora, mejor dicho, ha llegado ya, en que cada uno de vosotros se irá a lo suyo y a mi me dejaréis sólo.”
Realmente los discípulos no habían entendido a Jesús y no lo amaban hasta el punto de ponerse en peligro por él. Y entonces Jesús Resucitado les comunica el Espíritu Santo y cambian de golpe: entienden lo que Jesús les había dicho y se sienten tan atraídos por él que serán capaces de sufrir lo que haga faltay acabaran, todos menos Juan, siendo mártires por Jesús.
El mismo Jesús indica ambos aspectos en el evangelio de hoy: “El Espíritude la verdad … dará testimonio de mi; y también vosotros daréis testimonio” (movidos por el ES darán testimonio, darán su vida), “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora, cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”. “Recibirá de mí lo que os irá comunicando” (irán conociendo más y más a Jesús gracias al ES)
Todo esto que Jesús dice a sus discípulos también se aplica a cada uno de nosotros. También el ES quiere venir a nosotros y darnos esa valentía que mostraron los discípulos, valentía para proclamar nuestra fe sin vergüenza, valentía para vivir con coherencia nuestro compromiso cristiano y no rendirnos ante las dificultades. Y también quiere el ES venir a nosotros y comunicarnosun conocimiento más sabroso, más íntimo, más personal de Jesucristo, nuestro Señor.
Por eso, en estos días, y siempre, hemos de desear intensamente el ES.
Es bastante triste pensar que para la mayoría de cristianos Pentecostés no es nada, y el Espíritu Santo una realidad lejana, de otro mundo, sin resonancia e implicaciones en éste. Y, sin embargo, Cristo ha muerto ni más ni menos para comunicarnos el Espíritu Santo.
Hemos de excitar en nosotros cuanto podamos el deseo y la confianza de recibir el Espíritu Santo. Nos ayuda a crecer en esa confianza las palabras de Jesús: “si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos ¡Cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo al que se lo pida!.”
Tres motivos para esperar mucho de esta festividad:
•Primeramente, nuestra esperanza se fundamenta en el amor que Dios nos tiene.
•En segundo lugar, nuestra esperanza se fundamenta en que para nuestra Iglesia y nuestra sociedad es muy urgente que recibamos esa efusión del ES. La situación es crítica y a los pocos que se abran al ES seguro que el Señor les inunda con él.
•En tercer lugar, nuestra esperanza se fundamenta en que Dios quiere renovar los prodigios de Pentecostés, toda la liturgia del día de hoy así nos lo ha indicado.
¿Hasta donde puede llegar el fruto de esta celebración? ¿Cuáles son sus posibilidades? ¿Sus limites? Su límite es nuestra fe, nuestra esperanza. Esta celebración no tiene para su eficacia más límite que nuestra penuria al creer. De ahí la importancia de esperar mucho, de tener un deseo intenso de quedar transformados por la gracia del ES como quedaron los apóstoles el día de Pentecostés.
Toda correspondencia a la gracia de Cristo es fructuosa, aunque a veces los frutos no sean constatables inmediatamente.
Que esta eucaristía sea para nosotros una actualización en nuestras personas del milagro de Pentecostés.
CAMINEO.INFO.
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